miércoles, 20 de mayo de 2015

La resistencia del maíz nativo colombiano

Bogotá marchará en la Jornada Mundial contra Monsanto y celebrará el Carnaval del Maíz

Colombia es un país megadiverso, el segundo más biodiverso del planeta. Basta con observar de cerca nuestras tradiciones campesinas, indígenas y afro descendientes o probar alguna de nuestros platos típicos para vislumbrar la riqueza biológica, nutricional, genética y cultural con la que Colombia fue bendecida, y que está muy bien representada en las casi 500 variedades de maíces que se han identificado” (Campaña Semillas de Identidad, 2011, p.4).

Sin embargo el gobierno, persiguiendo un falso progreso económico, viene gestando acciones que sentencia la desaparición del maíz y demás semillas nativas, fuente ancestral de nuestra riqueza campesina y pilares fundamentales de nuestro patrimonio cultural. Éste es un tema que permea a toda la sociedad colombiana, pues está directamente relacionado con el alimento que a diario llevamos a nuestras bocas, ese alimento que nutre nuestros cuerpos, cuando es un alimento limpio, o que lo intoxica y enferma, en el caso del alimento agroindustrial transgénico.

Los transgénicos u organismos genéticamente modificados son plantas, animales y microorganismos cuyos genes son alterados con el fin de otorgarles características que naturalmente no poseen o inhibir otras que sí tienen. Las semillas transgénicas, por ejemplo, pueden ser resistentes a venenos, estériles (terminator), o hasta insecticidas (maíz Bt). Nos preguntamos entonces, ¿en qué cabeza cabe fabricar semillas estériles, tóxicas o resistentes a los tóxicos? En la cabeza de los señores agroindustriales que echan mano de, lo que ellos llaman, mejoramiento genético (entiéndase alteración de la evolución genética milenaria) y paquete tecnológico (entiéndase agrotóxicos, como el glifosato), para sembrar en grandes extensiones de tierra una sola especie (monocultivo).

Las consecuencias de un sistema alimentario basado en la agroindustria transgénica es la inviable utilización de agrotóxicos que envenenan el agua, el aire, el suelo, el alimento, y por supuesto nos envenena a nosotros. En Mar del Plata, Argentina, la ONG BIOS, tras hacer una serie de análisis en sangre, demostró “que los agrotóxicos no “desaparecen” luego de aplicados. Algunos degradan en metabolitos que persisten y terminan en el cuerpo humano (…) deprimen el sistema inmunitario (y) hacen a la persona más sensible a enfermar de muchas patologías” (BIOS ONG, 2013).

Dicho sistema agroindustrial transgénico además promueve la concentración de la tierra, vulnera la soberanía y autonomía campesina, quienes están obligados a someterse a un sistema que impone lógicas de propiedad intelectual sobre las semillas, y entrega “el control monopólico de las semillas a las empresas y vuelve obligatorio el uso y la comercialización de semillas certificadas y registradas, (…) (además) criminaliza y prohíbe la producción y comercialización de semillas criollas” (Red de Semillas libre de Colombia, 2013, p.1).

“Es necesario emprender acciones de recuperación de más del 50% de las variedades que se encuentran en estado de escasez y pérdida a nivel nacional; pero además de mantener y mejorar las casi 500 variedades de maíces que se han identificado. Esta gran riqueza heredada de los ancestros zenúes, wayuu, koguis, muiscas, nasas, misak, pastas, entre otros es “Patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad”” (Campaña Semillas de Identidad, 2011, p.5). 

En pocas palabras las empresas agroindustriales transgénicas monopolizan la producción de alimento, nos arrebatan nuestra soberanía alimentaria, contaminan nuestro territorio y envenenan nuestros cuerpos.

Sin embargo, el panorama no es tan desalentador como parece; aún tenemos la oportunidad de darle un vuelco a esta historia de venenos, contaminación y despojo. Desde hace tres años, el mundo viene manifestándose al unísono en la Jornada Mundial contra Monsanto. Cabe mencionar que BASF, Bayer, Dupont, Dow Chemical, Syngenta, y Monsanto dominan el monopolio de la agroindustria transgénica, pero es ésta última la que más recordación tiene debido a su prontuario criminal (ver Los siete pecados capitales de Monsanto. Greenpeace).

En Bogotá, el sábado 23 de mayo celebraremos la Jornada Mundial contra Monsanto con una marcha que saldrá a las 10 am desde la entrada principal del Parque Simón Bolívar y culminará en el Carnaval del Maíz, en Funcener- Fundación Centro de Entrenamiento en Energías Renovables- (Calle 55 Bis No 16 – 32). La invitación es a compartir una jornada de artivismo, música, conversatorios, mercado agroecológico, trueque de semillas, infografías y un acto ritual. ¡Todo un día Palabra de Maíz! Súmate al Carnaval por la defensa de las semillas nativas y la soberanía alimentaria reconociendo en la sabiduría de nuestros pueblos originarios la luz que guía esta necesaria transición. ¡Apóyanos con tu presencia, energía y apertura. Todos y todas somos parte y arte del cambio!


Twitter: @SomosSemilla

Referencias:
BIOS ONG. (2013)Reporte de resultados - MALA SANGRE -. Mar del Plata. Recuperado de http://www.bios.org.ar/prensa/2013/13-11-05.htm
Campaña Semillas de Identidad. (2011). Colombia Diagnóstico de maíces criollos de Colombia. Contexto. Recuperado de  http://www.swissaid.org.co/sites/default/files/contexto.pdf
Red de Semillas Libres de Colombia. (2013). Documento de posición por la defensa de las semillas. Bogotá. Recuperado de http://www.swissaid.org.co/node/206

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