martes, 8 de abril de 2014

Alerta por la privatización de las semillas argentinas

Argentina es el tercer país del mundo con mayor área de siembra de cultivos transgénicos, en el 2012 fueron 23,9 millones de hectárea y la cifra ha seguido en ascenso durante el 2013. Y aunque el gobierno nacional es un indudable promotor del nocivo modelo agroindustrial transgénico, el marco legislativo que regula la comercialización y los derechos de propiedad de las semillas fue motivo disputas entre el ejecutivo y la multinacional desde el año 2003. Sin embargo las diferencias entre el Poder Ejecutivo y la Multinacional cesaron cuando el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Norberto Yauhar, anunció en el año 2012 que el Gobierno Nacional estaba trabajando en una nueva Ley de Semillas para reforzar los derechos de propiedad intelectual en la biotecnología agrícola.

Por supuesto diversas esferas de la sociedad no tardaron mucho en manifestarse en contra de la iniciativa que privatiza el uso propio de las semillas. Desde diferentes frentes organismos nacionales, como el Grupo de Reflexión Rural, el Movimiento Nacional Campesino Indígena, FUNAM, Millones contra Monsanto, Un Surco por Familia, Madres de Barrio Ituzaingó Anexo, Malvinas Lucha por la Vida, e internacionales, como GRAIN, CLOC - Vía Campesina Argentina, Amigos de la Tierra y Acción por la Biodiversidad, alzaron su voz  de protesta y alertaron sobre los riesgos que implicaría la reforma, tanto para la soberanía alimentaria como para la biodiversidad nativa argentina.

Y aunque el anuncio se hizo el año pasado, el gobierno estaba esperando la finalización de la temporada electoral para presentar el anteproyecto al congreso. Así que ahora es el momento de informarnos y movilizarnos para evitar la colonización de nuestras semillas y  defender nuestro patrimonio genético.

Para conocer más sobre el tema dialogamos con Jimena Romero del Colectivo Millones contra Monsanto.

¿De qué se ocupa la Ley hoy?

La ley es de 1973, fue firmada por el Presidente de Facto, Lanusse, y reglamentada en el 91 por Carlos Menem, así que nada bueno puede venir de allí. Desde hace ya 40 años la semilla dejaba de ser un “bien natural” y pasaba a ser un “bien comercial” con todo lo que eso implicabaLa ley es deficitaria y deja desamparada a nuestras semillas criollas y nativas. Pero es un mal con el que hemos lidiado por 40 años y en mayor o menor medida lxs campesinxs han sabido acomodarse para sortear las ausencias de legislación y falencias que beneficiaban sólo a las grandes empresas.

¿Qué propone el Gobierno desde 2012 y qué lo motiva?

Argentina fue punta de lanza en la Región respecto de la liberación y comercialización de semillas en 1996. Hasta casi 10 años más tarde a Monsanto no le molestó no cobrar por el uso de sus semillas… Según Carlos Vicente porque le convenía a Monsanto la entrada ilegal de semillas genéticamente modificadas en Brasil y Paraguay. A partir de 2012 el Gobierno negoció con Monsanto que ellos harían la inversión  de 1.600 millones de dólares (por las 3 nuevas plantas de Malvinas, Río Cuarto y Tucumán, donde las dos últimas son de experimentación) y a cambio se modificaría la Ley de semillas para reconocerle su patente.

Este acuerdo no puede verse fuera de contexto, Monsanto (y el resto de las competidoras del sector como DuPont, Syngenta, Bayer, etc) ha presionado para que toda la región adapte su legislación, lo vemos en Colombia con el paro nacional agrario y Chile en donde se frenó el tratamiento con la lucha pero ahora volvió al senado.

¿Qué pasa si se privatiza el uso de las semillas?

Las semillas ancestralmente es la fuente de la vida misma, el hombre y la mujer necesitan alimentarse y la semilla ha sido y es el eje central de la alimentación, por eso es tan importante que nadie absolutamente tenga el control monopólico de la semilla, porque ese sería el fin de la libertad para la humanidad.

Desde hace miles de años lxs campesinxs han guardado las mejores semillas de sus cosechas para volver a sembrar y así con el tiempo ir teniendo cada vez mejores semillas y mejores cosechas. Las nuevas regulaciones hacen que lxs campesinxs no puedan realizar este simple y natural acto. Serían ilegales las ferias de intercambio de semillas, etc. Además la nueva ley le otorgaría un poder de policía a las “dueñas” de las patentes para que ingresen a los campos en cualquier momento y confisquen  unas cuantas semillas para someterlas a estudios y saber si contienen genes registrados. De ser así el/la campesinx sería enjuiciado por piratería.

Hay que tener en cuenta que en estos procesos no siempre se puede tener el 100% de control sobre estas cuestiones, hay lo que se llama contaminación genética que puede producirla un pájaro que come una semilla patentada y la siempre con sus eses en otro campo, lo propio puede hacerlo el viento y otros factores. Esto evidencia lo endeble que es esta legislación que se propone, que desamparado deja al pequeño y mediano productor y que increíble beneficio es para las Empresas que monopolizan el mercado de semillas.

De avanzar esta ley, lxs campesinxs pequeños y medianos productores quedarían a merced de las transnacionales del agro y por ende de sus paquetes tecnológicos que hemos comprobado que lo único que siembran es muerte y destrucción.

¿Qué sucedería con la biodiversidad y soberanía alimentaria?

La biodiversidad está en jaque porque este modelo de agronegocios no es compatible con el desarrollo de la vida en el planeta ni del planeta. En lo inmediato vamos a perder variedades de semillas y especies. Esto es algo que ya ocurre y que es lo que se denuncia en países como México con sus decenas de variedades de maíz, pero que corren serios riesgos al no ser comercialmente “apetecibles” para estas empresas.

De la soberanía alimentaria ya no queda mucho, pero es claro que esta sería la estocada final. 

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