martes, 8 de abril de 2014

Los acampes que gritan sí a la vida, no a Monsanto

Esta historia comienza hace 17 años cuando en Argentina se aprobó el uso de semillas transgénicas, también conocidas como OVMG (Organismos Vegetales Genéticamente Modificados). Un OVMG es aquel cuya estructura genética fue alterada en un laboratorio biotecnológico para ser resistente a los venenos de la agricultura a gran escala como el glifosato, una sustancia que destruye toda clase de hierbas y arbustos. 

Otro tipo de semillas transgénicas es la que como el Maíz Bt de Monsanto, no sólo es resistente a los agrotóxicos sino que en sí misma es tóxica, ya que los científicos de Monsanto lograron que la planta de maíz emane el veneno característico de una bacteria que mata insectos y larvas, una invención que está haciendo del maíz, el que es un alimento ancestral de los pueblos originarios de toda América Latina, una planta tóxica. 

En Argentina alrededor del 90% de la producción de maíz, algodón y soja es transgénica, en consecuencia el país pasó de usar 35 millones de litros de agrotóxicos en 1990 a usar 300 millones de litros en el 2012; la frontera agrícola se ha extendido de forma alarmante destruyendo bosques y selvas, las consecuencias de esto han sido la pérdida de biodiversidad, de fertilidad, la contaminación de las aguas, y el sistemático envenenamiento a la población rural argentina.

El Dr. Medardo Ávila, Coordinador de La Red de Pueblos Fumigados, señala que “en las zonas rurales en Argentina se está muriendo de cáncer una persona de cada tres que fallecen, cuando en las ciudades que están lejos de la contaminación con agrotóxicos, muere de cáncer una de cada cinco que fallecen”.

Para Raúl Montenegro, presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente -FUNAM-, “el modelo de agricultura industrial que se generalizó en Argentina ha podido desarrollarse prácticamente sin trabas sociales porque la mayor parte de las personas viven en ciudades, donde no se perciben los desmontes, ni la expulsión de campesinos y comunidades indígenas, ni el empobrecimiento de los suelos”.

Sin embargo fueron los barrios periurbanos de las ciudades sojeras los que al estar más expuestos a la contaminación por agrotóxicos y tras sufrir la muerte de sus familiares y amigos a causa del envenenamiento de la agroindustria, lograron hacer pública la problemática de los pueblos fumigados y las consecuencias sociales, ambientales y para la salud que acarrea el negocio de los alimentos transgénicos.

Sofía Gatica es una referente en esta lucha, pertenece al grupo de madres del barrio Ituzaingó Anexo quienes fueron conocidas en todo el país gracias al histórico juicio que, en agosto del 2012, sentenció a un productor agrícola y a un aviador por fumigaciones ilegales. 

Malvinas Argentinas Lucha por la Vida

Ignorados por los gobiernos provinciales y nacionales, pero amparados por la constitución, los pobladores de Malvinas Argentinas, una ciudad ubicada a 14 kilómetros de Córdoba Capital, llevan más de dos meses resistiendo en forma pacífica la avanzada de Monsanto en su territorio. 

Armados únicamente de valor y autodeterminación, la Asamblea Malvinas Argentinas Lucha por la Vida junto a las Madres del Barrio Ituzaingó Anexo vienen liderando el acampe que ha logrado impedir el acceso de los camiones con material de construcción. Y aunque constantemente son maltratados por la UOCRA y por la policía cordobesa, estos hombres y mujeres tienen detenidas las obras de construcción de lo que pretendían que fuera la planta de tratamiento de semillas transgénicas más grande de Latinoamérica.


El acampe cuenta ya con 5 puntos de bloqueo además de una huerta orgánica, un horno de barro y un quincho donde se discute sobre la complejidad de la problemática que encaran, así como las acciones a emprender para que sea respetado el Principio Precautorio que establece la Ley General del Ambiente, el cual señala que ante el peligro de un daño grave al ambiente la ausencia de certeza científica no justifica tomar el riesgo de generar un daño irreversible y que en todo caso la decisión depende de la aprobación del estudio de impacto ambiental y el consentimiento de la mayoría de los habitantes del lugar, los cuales deben ser consultados de forma transparente y democrática.

La negativa del intendente Arzani de realizar dicha consulta es una de las razones por las cuales los asambleístas y vecinos cordobeses no ceden ni un centímetro en su lucha. Sin embargo la desinformación e invisibilidad a la que el acampe ha sido condenado por parte de las autoridades gubernamentales y medios masivos, hizo que el acampe se haya extendido hasta el Congreso Nacional.

El acampe en el Congreso

Colectivos sociales como Paren de Fumigar, Pueblos Fumigados de Alberti, Madres del Barrio Ituzaingó Anexo, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida, articulan el nuevo punto de resistencia. “La difusión y exposición de las características del modelo agroindustrial, el desenmascaramiento de Monsanto, su participación en la guerra de Vietnam, sus intenciones de manejar el monopolio de las semillas y las nefastas repercusiones que la agrobiotecnología tiene sobre nuestra salud, nuestro ambiente y nuestra soberanía alimentaria son los objetivos principales de esta iniciativa”, comenta entusiasta Mercedes Cohen, quien está en el acampe desde el pasado 21 de octubre cuando se instaló. 

Para Alejandro Walha la defensa de nuestra soberanía alimentaria es posible si se ejercer la participación ciudadana directa. “Me siento parte de una transformación necesaria porque los agentes que tienen el poder para hacer más concreta la transformación no lo están haciendo y bueno, estoy reivindicando la participación ciudadana, quizás cometiendo desobediencia civil y estoy orgulloso de ello, la propongo ante un estado que no nos representa, más bien nos discrimina y nos margina porque es un estado que le tributa a multinacionales, corporaciones y grupos económicos que lejos están de ser la base popular del pueblo, de representar a la gran mayoría de los ciudadanos”.

Alejandro, quien se desempeña como coordinador de La huerta Vivero "Sembrando Vida" del Hospital J.T Borda está empeñado en demostrar que “se puede construir una realidad distinta que nada tenga que ver con la mercantilización de la naturaleza, y que se puede vivir en armonía, sincronización y respecto a la biodiversidad y a la soberanía alimentaria.”

CONVOCATORIA

Los invitamos a que se cuestionen si están de acuerdo con el modelo de producción transgénico argentino que arroja 300 millones de agrotóxicos a nuestro suelo, nuestra agua y nuestro aire; pregúntense si las ganancias de unos pocos justifican el envenenamiento de barrios periurbanos, pueblos y hasta escuelas rurales. Indígnense. Difúndanlo. Pero sobre todo conozcan y defiendan su derecho a la soberanía alimentaria, ese derecho que todos los pueblos tenemos a decidir qué comer y cómo producirlo.

Conozcan más detalles de esta lucha en las páginas de Facebook: Acampe contra Monsanto frente al Congreso y Malvinas lucha por la Vida.

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